"Machik Lapdrön, la gran yoguini que fundó el linaje del chö en Tíbet, estaba en retiro, meditando en una cueva sagrada durante la primavera de sus cuarenta y un años. En plena noche se la apreció la majestuosa salvadora Tara, rodeada por un séquito de dakinis y le confirió iniciaciones y bendiciones detalladas. Cuando Machik se inclinó ante Tara en señal de agradecimiento por su amabilidad, le preguntó humildemente si una mujer corriente como ella podía de algún modo beneficiar a los seres. Tara sonrió y mirando hacia las dakinis de su séquito, dijo:
Yoguini, ¡no te desalientes! En el curso de vidas pasadas, has estudiado y perfeccionado el significado de las escrituras del sutra y del tantra... Tú eres una emanación de la mente de la Gran Madre Yum Chenmo: somos inseparables. Tú eres la dakini de sabiduría, la soberana de la gran amplitud y la fuente de liberación de todos los fenómenos. No te desanimes. Mantén tu determinación".
Extraído de: El cálido aliento de la dakini, de Judith Simmer Brown.
¡Feliz día de ofrenda del tsog!