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Palabra, acción y modo de vida justos (Óctuple Noble Sendero)


Este artículo forma parte de un compendio de textos que hablan sobre las Cuatro Nobles Verdades, la primera enseñanza que dio el Buda. En el primer artículo presentamos la primera y la segunda Nobles Verdad, y en el segundo introdujimos la tercera y la cuarta, siendo esta última la que se conoce como el Óctuple Noble Sendero. En el tercero hablamos de la visión la intención justas. Hoy introducimos la palabra, la acción y el modo de vida justos.

Palabra justa

Pasamos ahora a la segunda etapa del entrenamiento o del camino, a los tres factores relativos la disciplina moral (silakkhandha). Además de la palabra justa, de la que nos ocuparemos en esta sección, también aquí se incluyen la acción justa y el modo de vida justo. El entrenamiento en la disciplina moral se ocupa de los “dos canales principales de la acción externa, la palabra y el cuerpo, así como de otra área de preocupación vital, el cómo ganarse la vida” (1). Como orientación preliminar, cabe destacar que estos tres elementos, lejos de ser únicamente pautas para la acción, deben servir como ayudas para la purificación mental (2). Esto es así porque los principios éticos, especialmente en el Óctuple Noble Sendero, están supeditados al objetivo último del camino, el abandono de la insatisfacción.

La disciplina juega un papel primordial en las enseñanzas del Buda. Concretamente, y tal y como explica Bhikkhu Bodhi, la palabra pali sila y que se ha traducido generalmente como “disciplina moral” puede adquirir muchas significaciones según el contexto:

En algunos contextos significa acción de acuerdo a los principios morales, en otros significa los principios en sí mismos, e incluso en otros las virtuosas cualidades del carácter que resultan de la observancia de los principios morales. Sila en el sentido de preceptos o principios representa el lado formalista del entrenamiento ético, sila como la virtud del espíritu que alienta, y sila como el derecho conduce la expresión de la virtud en situaciones de la vida real. A menudo, sila se define formalmente como la abstinencia de acciones corporales y verbales insanas (3).

En algunos comentarios también aparece sila como “armonía” o “coordinación”. Armonía que se puede aplicar en diferentes planos, como por ejemplo el social, el kármico, el psicológico o el contemplativo (4).

Entonces, ¿qué significa la palabra justa? Bhikkhu Bodhi, siguiendo un esquema más convencional, explica que la palabra correcta es aquella que puede se abstiene de mentir; la que se abstiene de difamar —y por lo tanto, de generar aversión y ruptura—; la que se abstiene ser dura —y con ello, de nuevo, no nutre la raíz de la aversión—; y la que se abstiene del parloteo banal —y con ello de fomentar la ignorancia. En El mito de la libertad Trungpa Rinpoché es conciso para referirse a la palabra correcta —y con ello da vida al contenido de sus enseñanzas—: la palabra o comunicación justa es aquella que no adultera la experiencia, que simplemente expresa lo que las cosas son, y en ese sentido es verdadera: “la expresión «palabra justa» implica una comunicación perfecta, una comunicación que diga: «es así» y no: «Creo que es así»” (5).

Nos parece interesante detenernos aquí, porque podría se podría reprochar a Trungpa que su explicación adolece de profundidad. Nada más lejos de la verdad. Explica Bhikkhu Bodhi que en algunos textos se afirma que el bodhisattva puede llegar a romper distintos preceptos morales, pero no el de decir la verdad. La razón es que este precepto va más allá “de la ética e incluso de la purificación mental” (6), y es que alcanzar la sabiduría significa ver y vivir las cosas tal y como son, sin traicionar su naturaleza. Así, en un nivel correspondiente, con el habla podemos expresarnos con honestidad y transparencia o podemos maquillar y tergiversar nuestro discurso, lo que en realidad es cubrir de mentira la realidad*. Y la propuesta de Trungpa es, precisamente, la de hacer del habla un canal limpio por el que narramos el mundo y nos lo explicamos a nosotros mismos. Como hemos visto hasta ahora, en general la explicación de Trunga sobre el Óctuple Noble Sendero responde a una voluntad por simplificar la experiencia y asumirla tal y como es, despojándola de personalismos.

Acción justa

El cuarto aspecto del camino es el de la “acción justa” o, como se ha traducido en castellano la obra de Trungpa, “moral justa” o “disciplina justa”. Veamos primero la explicación más ortodoxa y luego la que da el maestro tibetano. Bhikkhu Bodhi expone que, en realidad, “acción justa se refiere a abstenerse de acciones malsanos que se hagan con el cuerpo como su medio natural de expresión”. Así, el factor mental básico para este aspecto es el de la abstinencia, pero referida a aquellas acciones que puedan ejecutarse mediante el cuerpo. En términos básicos, la acción justa es aquella que se abstiene de arrebatar la vida; abstenerse de tomar lo que no es dado y abstenerse de conducta sexual no correcta (7)**.

La reflexión de Trungpa coge otro camino. Si, como explica Bhikkhu Bodhi, la noción de moralidad o moral en nuestra tradición sugiere un sentido de obligatoriedad, por su trasfondo teísta (8), en el budismo no sucede de esta forma. Si no hay un yo en un sentido fundamental, tampoco hay nadie que pueda imponer una disciplina, dice Trungpa, lo que la convierte en algo innecesario. Este aspecto prescindible de la disciplina o la moral es, precisamente, la “disciplina justa o completa” (9).

Una vez más, el comentario de Trungpa puede resultar sorprendente, pero a lo que apunta es que la moral o la acción justa es aquella que se da cuando uno se libera de elementos accesorios de forma natural, renuncia a aquello que puede dañarle y dañar a los demás y simplemente tiene una vida que apunta “hacia la simplicidad total” (10). Así, uno se abstiene de cometer acciones malsanas porque ha comprendido que dichas acciones sólo complican su existencia y la de los demás. No es necesario imponer restricciones ni pautas que guíen y limiten la propia acción y por eso la acción o disciplina justa se convierte en “permanente” y en “la disciplina por excelencia” (11).

Modo de vida justo

Este aspecto del camino está especialmente enfocado para los practicantes laicos, ya que entre la comunidad monástica no se contempla el trabajo en estos términos. De nuevo, si nos enfocamos en la explicación tradicional del “modo de vida justo”, el origen de la riqueza que uno obtenga debe proceder “solo de medios legales, no ilegalmente; uno debe adquirirlo pacíficamente, sin coerción o violencia; uno debe adquirirlo honestamente, no por engaño o engaño; y uno debe adquirirlo de manera que no implique daño y sufrimiento para los demás” (12). Y, respecto al último punto, el Buda señala que deben evitarse las formas de ganarse la vida que tengan que ver con traficar con armas; con seres vivos —y dentro de este grupo está el comercio de esclavos y la prostitución, así como criar animales para matarlos—; con la producción de carne o en el sector de la carnicería; y en vender venenos y productos tóxicos (13). Por supuesto, cualquier forma de ganar dinero que implique quebrantar alguno de los preceptos de la acción justa debe ser evitada (por ejemplo, la usura).

La versión de Trungpa Rinpoché, probablemente por beber de la tradición vajrayana —que nada rechaza como método para el despertar último, pues hay múltiples historias de prostitutas y ladrones que luego se convirtieron en seres altamente realizados—, no especifica qué tipo de trabajos hay que evitar sino cómo hay que enfocar el trabajo en sí mismo. Trungpa asume que, igual que el ser humano necesita otras cosas para sobrevivir, el trabajo es una de ellas y lo naturaliza. No hay nada de menospreciable en que alguien gane dinero para vivir y, de hecho, destaca la riqueza del mismo hecho de trabajar, ya que implica una inmensa gama de oportunidades para practicar. Porque, en realidad, el modo de vida justo es aquel que hace del trabajo un aprendizaje para el logro espiritual: como el primero, el último también hay que ganárselo (14).

Notas a pie de página

*“El habla veraz establece una correspondencia entre nuestro propio ser interior y la naturaleza real de los fenómenos, permitiendo que la sabiduría se eleve y entienda su verdadera naturaleza. Por lo tanto, mucho más que un principio ético, la devoción al habla verídica es una cuestión de tomar nuestra posición en la realidad en lugar de la ilusión, en la verdad captada por la sabiduría en lugar de las fantasías tejidas por el deseo” (Bhikkhu Boddhi 1999: 44 – 45).

**No nos detendremos a explicar punto por punto porque consideramos que, en términos generales, más allá de casos concretos y/o anecdóticos, estos principios se explican suficientemente por sí mismos.

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Bibliografía

  • BHIKKHU BODHI (1999) The Noble Eightfold Path. The way to the end of suffering. Buddhist Publication Society. Disponible en línea: http://www.buddhanet.net/pdf_file/noble8path6.pdf

  • TRUNGPA RINPOCHÉ, CHÖGYAM (2011) El mito de la libertad. Editorial Kairós:

Barcelona

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Notas bibliográficas

(1) Bhikkhu Bodhi 1999: 42

(2) Bhikkhu Bodhi 1999: 40

(3) Bhikkhu Bodhi 1999: 41

(4) Bhikkhu Bodhi 1999: 41

(5) Trungpa 2011: 94

(6) Bhikkhu Bodhi 1999: 44 — 45.

(7) Bhikkhu Boddhi 1999: 49

(8) Bhikkhu Bodhi 1999: 41

(9) Trungpa 2011: 95.

(10) Trungpa 2011: 95

(11) Trungpa 2011: 95

(12) Bhikkhu Bodhi 1999: 55

(13) Bhikkhu Bodhi 1999: 55

(14) Trungpa 2011: 96

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Este artículo forma parte de una serie de entregas de algunos de los trabajos de final de curso de estudiantes del Curso de Meditación de Casa Virupa.


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