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No es meditaciĆ³n si no es Ć©tica (parte 2)

Actualizado: 16 sept 2022

En la lĆ­nea del artĆ­culo anterior, vamos a traer a la luz el contexto desde el cual el budismo alumbrĆ³ el mindfulness para desmarcarnos de las formas de autoayuda que utilizan las herramientas de esta tradiciĆ³n milenaria no solo sin citarla, sino desarraigĆ”ndolas de su inspiraciĆ³n: la comprensiĆ³n del sufrimiento como imperativo ineluctable de nuestra situaciĆ³n.

En este caso, nuestra aliado principal ya no serĆ” Eudald Espluga ā€”un compaƱero valiosĆ­simo en cuanto a la lectura crĆ­tica del mindfulness actualā€”, sino Alan Wallace, una voz muy presente en nuestras reflexiones por su conocimiento y experiencia profundas en la tradiciĆ³n del budismo tibetano y, especialmente, con la tĆ©cnica de shamatha, ā€œcalma mentalā€ o ā€œmindfulnessā€.

Como esperamos haber explicado con claridad en el artĆ­culo anterior, una de las trampas de las terapias que prescriben la meditaciĆ³n en calma mental a diestro y siniestro consiste en presentarla como una herramienta asĆ©ptica, descontextualizada, que no cuestiona nada de nuestra situaciĆ³n y de las dinĆ”micas de sufrimiento que padecemos y perpetuamos. AsĆ­, la meditaciĆ³n en calma mental se concibe como una inocua ā€œdosis de relajaciĆ³nā€ para un sujeto incomprensiblemente hiperestresado, o como nuevas cualidades personales que el individuo suma a su currĆ­culum o a su lista de propĆ³sitos de ā€œmejor empleadoā€ o ā€œmejor personaā€.

Wallace tambiĆ©n constata con cierta perplejidad esta comprensiĆ³n ā€œneutraā€ de la atenciĆ³n plena tanto dentro como fuera de los discursos budistas, y la contrasta con las enseƱanzas bĆ”sicas de esta tradiciĆ³n, especialmente con el Sutra de los cuatro fundamentos de la atenciĆ³n, en el cual el Buda Shakyamuni expuso esta herramienta meditativa a su comunidad monĆ”stica. Veamos cuĆ”les son sus hallazgos.


Alan Wallace budismo meditaciĆ³n budista
Alan Wallace

El francotirador atento: una imagen vale mĆ”s queā€¦


Un francotirador escondido entre la hierba, que estĆ” esperando para disparar a su enemigo, podrĆ­a estar silenciosamente consciente de cualquier cosa que surja en cada momento. Pero dado que estĆ” decidido a matar, estĆ” practicando atenciĆ³n plena incorrecta. De hecho, lo que estĆ” practicando es atenciĆ³n desnuda sin un componente Ć©tico.


Este fragmento recoge algunas de las diferencias claves entre la atenciĆ³n presentada como herramienta neutra y la atenciĆ³n cultivada en el budismo, como es el carĆ”cter crucial de la intenciĆ³n y la reflexiĆ³n Ć©tica propias de la prĆ”ctica de la meditaciĆ³n budista.

A este fragmento le sigue la indicaciĆ³n de que a sati (atenciĆ³n plena) la acompaƱa siempre sampajanna (comprensiĆ³n clara), y que es ā€œsolo cuando estas dos trabajan juntas que la atenciĆ³n plena correcta puede llevar a cabo su propĆ³sito.ā€ Pero ĀæcuĆ”l es el propĆ³sito de sati? ĀæQuĆ© comprensiĆ³n la acompaƱa? ĀæQuĆ© es la atenciĆ³n cuando no es atenciĆ³n plena? Hagamos el esfuerzo de definiciĆ³n que complete la imagen, tan clara, del francotirador mindful.


AtenciĆ³n plena incorrecta

AtenciĆ³n desnuda vs atenciĆ³n plena

En las mismas escrituras budistas se encuentra la distinciĆ³n entre ā€œatenciĆ³n desnudaā€ y ā€œatenciĆ³n plenaā€. La atenciĆ³n desnuda es, para esta tradiciĆ³n, ā€œla fase inicial en el desarrollo meditativo de la atenciĆ³n plenaā€, y describe adecuadamente un estado de mente enfocado en un objeto, compatible tanto con la atenciĆ³n del francotirador como con la meditaciĆ³n que se practica como antĆ­doto al insomnio, al estrĆ©s o a ciertos trastornos psicolĆ³gicos o fisiolĆ³gicos. AsĆ­ pues, la versiĆ³n mĆ”s superficial y extendida de la calma mental, bajo lemas como ā€œsolo estar en el presenteā€, se corresponde a este estado de mente que rebaja la agitaciĆ³n mental y enfoca la atenciĆ³n.

Pero para Wallace ā€”asĆ­ como para cualquiera que conozca las aplicaciones pervertidas de este entreno mentalā€”, el problema radica en equiparar la atenciĆ³n desnuda y la atenciĆ³n plena, ya que:


Cuando la atenciĆ³n plena se iguala a la atenciĆ³n desnuda, puede llevarnos con facilidad a la idea equivocada de que cultivar la atenciĆ³n plena no tiene nada que ver con la Ć©tica o con el cultivo de estados mentales saludables y el atenuar los estados malsanos. Nada podrĆ­a estar mĆ”s lejos de la verdad.


Por el contrario, sati se define como la capacidad mental de ā€œno olvidarā€; es decir, de recordar o mantener presente en la mente algo pasado ā€”como, por ejemplo, una promesa o la respiraciĆ³n ā€“ algo futuro - como una idea inspiradora o un propĆ³sitoā€” y, asĆ­, escoger de manera inquebrantable quĆ© objetos ocupan nuestra experiencia presente. En definitiva, la atenciĆ³n plena se caracteriza por una continuidad de la atenciĆ³n, no por ser un mero espejo de lo que sea que aparezca en la mente, sino por fortalecer la capacidad de direccionarla. Y, debemos preguntarnos, ĀæquĆ© direcciĆ³n orienta la atenciĆ³n plena? Justamente eso no proviene del propio entreno de la atenciĆ³n, sino de la reflexiĆ³n Ć©tica y filosĆ³fica.


Bajo un criterio Ć©tico y una mirada sabia

Recuperando el artĆ­culo anterior, toda iniciativa humana interesante sale del reconocimiento del sufrimiento y del compromiso por aliviarlo. En este sentido, el entreno de la atenciĆ³n estĆ” totalmente interesado en la liberaciĆ³n del dolor que hallamos en nosotras y en las demĆ”s.

Por lo tanto, la mente atenta que estamos cultivando se consagra a entender las dinĆ”micas de sufrimiento mediante la observaciĆ³n del cuerpo, de la mente, de las emociones, de las relaciones y demĆ”s. AsĆ­ pues, la atenciĆ³n dirigida al servicio de esta empresa permite potenciar aquellos hĆ”bitos que reducen el sufrimiento y agotar por inaniciĆ³n los que lo refuerzan. En cooperaciĆ³n con la capacidad introspectiva, la atenciĆ³n plena tiene como funciĆ³n discernir los pensamientos, discursos, emociones que aparecen en nuestra mente y ser capaz de identificar cuĆ”les queremos promover y cuĆ”les preferimos evitar; en otras palabras, cuĆ”les alimentan el dolor, el desdĆ©n, la inseguridad, la angustia o el enfado hacia nosotras mismas o hacia las demĆ”s, y cuĆ”les nos dan dosis de tranquilidad, confianza, claridad y amabilidad. AhĆ­ reside el poder revolucionario de la meditaciĆ³n, Ā”que es que realmente puede cambiarnos! La atenciĆ³n desnuda, en cambio, sostiene lo que sea que aparezca en nuestra experiencia sin ningĆŗn tipo de intervenciĆ³n crĆ­tica, de reeducaciĆ³n, de comprensiĆ³n profunda. Y, aunque la capacidad de no reaccionar ante lo que nos pasa es imprescindible para ganar comprensiĆ³n y poder cambiar lo que nos parezca conveniente, limitarse a no hacer nada no es suficiente.



buda budismo budas

Por esa razĆ³n a las budistas no nos interesa una atenciĆ³n desnuda o neutra, sino bien armada. De hecho, sati se equipara a menudo con una protecciĆ³n de la mente. Buddhaghosa, por ejemplo, compara la atenciĆ³n plena con ā€œun poste fijado en su objetoā€ y ā€œun guardiĆ”n que protege las puertas de la percepciĆ³nā€. Y a esta tarea se consagran tanto las meditaciones mĆ”s enfocadas en samatha como las mĆ”s propias de vipassana. Pese a la imposibilidad de practicarlas por separado, es cierto que ciertas tĆ©cnicas estĆ”n diseƱadas especialmente para afinar la mente y, asĆ­, convertirla en un instrumento estable, despierto, vĆ­vido, amplio y relajado; en vistas a que se apliquen estas cualidades a vipassana, la observaciĆ³n de nuestras vivencias que nos permite comprenderlas y deshacer, desde la experiencia directa, nuestros engaƱos y movernos en el mundo desde una base profundamente realista y comprometida con aliviar el sufrimiento.

En definitiva, la manera mĆ”s evidente de contrarrestar esta deriva acomodadiza de refugiarnos en la atenciĆ³n desnuda implica involucrarse en todas las dimensiones del entreno mental. De ahĆ­ que la enseƱanza del Buda se presentase como un triple entreno (conocido como ā€œlas tres cestasā€ o ā€œTripitakaā€) basado en la Ć©tica, el equilibrio mental o meditaciĆ³n y el estudio o la sabidurĆ­a. Todas estas dimensiones mantienen una ininterrumpida complicidad para su correcto funcionamiento. A estas alturas, quizĆ”s nos parece evidente que ningĆŗn propĆ³sito noble; ninguna verdad que se resiste a comprar un discurso autocomplaciente, derrotista o cĆ³mplice de la opresiĆ³n; ningĆŗn compromiso moral, se pueden mantener si nos tumba la agitaciĆ³n mental, el aletargamiento o el aburrimiento.


En pocas palabras: no todos los gatos son pardos

DigĆ”moslo sin tapujos: si tanto dentro como fuera de los discursos budistas constatamos un predominio de la atenciĆ³n desnuda, y una mejor recepciĆ³n de esta comprensiĆ³n descafeinada de la meditaciĆ³n, Ā”es porque no problematiza ninguno de nuestros supuestos individualistas, consumistas, egocĆ©ntricos, victimistas o autocomplacientes! No estamos ante un mero problema terminolĆ³gico:


Es mucho mĆ”s que un problema de semĆ”ntica. En el castellano comĆŗnmente usado, el tĆ©rmino atenciĆ³n plena simplemente significa estar consciente o atento. Sati tiene una connotaciĆ³n mucho mĆ”s rica, [ā€¦] Si no, la meditaciĆ³n budista se convierte rĆ”pidamente en una especie de mentalidad de ā€œestar aquĆ­ ahoraā€, en la que se pierde la extraordinaria profundidad y riqueza de las tradiciones meditativas budistas.


La cuestiĆ³n es y serĆ” siempre quĆ© intenciĆ³n tenemos: seamos personas con un alto grado de atenciĆ³n, con recursos econĆ³micos, con habilidades retĆ³ricas, con don de gentes, con coraje, la pregunta es: Āæa quĆ© las ponemos al servicio? Y Wallace responde:


Todo depende de nuestra visiĆ³n e intenciĆ³n respecto a la meditaciĆ³n. Si lo que realmente queremos es una especie de terapia meditativa que nos ayude a aliviar el estrĆ©s, resolver problemas psicolĆ³gicos personales y llevar una vida mĆ”s equilibrada, no necesitamos maestros de meditaciĆ³n altamente cualificados. Pero en el que caso que nos pongamos unas metas mĆ”s elevadas [...], entonces tenemos que confiar en aquellos que se han entrenado profesionalmente durante aƱos en la teorĆ­a y la prĆ”ctica de la meditaciĆ³n.


Si a alguien le convence seguir utilizando el mindfulness para relajarse, para anestesiarse, para continuar con su vida sin cuestionarse nada y rebajando las aflicciones que se le despiertan, adelante.

Pero para alguien que estĆ© concernida, como lo estĆ” en budismo, con erradicar el sufrimiento y toda idea, creencia, dinĆ”mica que nos hace sufrir y que nos hace perpetradoras del daƱo, la atenciĆ³n desnuda, estar presente sin reflexiĆ³n Ć©tica ni intento de comprender mejor nuestra situaciĆ³n, no tiene ningĆŗn tipo de interĆ©s. Si eso es lo que estĆ”s practicando, no estĆ”s practicando bien.


***


Este artĆ­culo es la continuaciĆ³n de otro; si quieres leer el anterior, haz clic aquĆ­.



BibliografĆ­a:

  • Lama Ngawang Norbu, EnseƱanzas del Curso de MeditaciĆ³n de Casa Virupa.

  • Alan Wallace, ā€œUn equilibrio atentoā€. (Traducido por Casa Virupa)

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