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Budismo en práctica, práctica en budismo por Jetsün Khandro Rinpoche

Su Eminencia Jetsün Khandro Rinpoche dio esta enseñanza en Praga, República Checa, en 2003. Traducido por Casa Virupa de las enseñanzas de Rinpoche.



Dado que el título es Budismo en Práctica, Práctica en Budismo, podríamos empezar por comprender qué es lo que realmente significa una visión budista de la práctica.


En el mundo de hoy en día, con su vasto y rápido desarrollo de los medios, la comunicación de masas y la tecnología, todos estamos mucho más cerca y nuestras comunicaciones son más rápidas y efectivas. Lo positivo de esta cercanía y velocidad es la oportunidad para aprender cualquier cosa que queramos aprender. Tenemos un acceso más fácil que nunca a cualquier cosa que nos interese o fascine —incluyendo el mundo espiritual con sus varias religiones, filosofías y doctrinas.


El budismo también se ha hecho bien conocido y fácilmente accesible —y no sólo la filosofía tradicional y las enseñanzas avanzadas. Hay una comprensión creciente de que la filosofía budista es vasta. La gente se ha familiarizado con las enseñanzas sobre la compasión, con prácticas de meditación varias y con lo que significa la “visión” budista.


La parte negativa a este rápidamente creciente interés en la filosofía budista (o en cualquier otra cosa) es que podría no estar debidamente guiado.


Cuando hablamos acerca de un sistema de creencias o de una filosofía de vida, hablamos acerca de algo muy preciado, algo que debemos tomarnos muy en serio y con cuidado si queremos adoptarlo a nuestras vidas. Pero con este crecimiento en el interés tan rápido, existe el peligro de hacer algo simplemente porque está de moda o para satisfacer nuestra curiosidad, sin comprender necesariamente su verdadero significado o motivación.



Cuando nos sintamos más atraídos por la forma externa de cualquier filosofía o forma de vida (no sólo el budismo), hay un peligro de no comprender su intención real. Esta falta de comprensión nos impedirá obtener cualquier beneficio real, en particular de algo tan profundo como la doctrina budista.


Cómo…

Si vas a cualquier librería, encontrarás todo tipo de libros sobre cómo hacer tu vida mejor, cómo curar cualquier tipo de enfermedades, cómo practicar meditación; o simplemente navega por internet y habrá multitud de páginas que cubran estos mismos temas. Este acceso fácil al conocimiento tiene un lado positivo.


Aumentar tu conocimiento, encontrar mejores formas de vivir, mejores formas de comprendernos los unos a los otros, o simplemente maneras de hacer que los fines de semana sean más provechosos o la vida más relajada —hay algo de propósito y positividad en todo esto. Y cualquier persona que practique meditación o que estudie cualquier filosofía o doctrina también lo hace con la intención de obtener algo bueno de ello.


Pero cuando hablamos sobre budismo y práctica budista, no estamos hablando acerca de hacer algo para un alivio temporal. La práctica no es algo que hagamos porque sea popular o nos haga sentir bien, y tampoco es el propósito de la práctica el obtener ganancias a corto plazo o satisfacer una mente curiosa. Entonces, ¿cuál es el significado de la práctica?


La palabra “práctica”, en este contexto, es una traducción de la palabra tibetana nyamlen (nyams len). Nyamlen significa seguir lo que sea que hayamos comprendido que tiene valor; el significado expandido es adoptarlo como nuestro camino vital. Ese es el significado de la práctica.


Por tanto, la práctica debería empezar con un pensamiento y una reflexión cuidadosas, para comprender el valor de lo que sea que quieres adoptar en tu mente y en tu vida. Desde el pensamiento y la reflexión cuidadosas, surge la confianza. Sin tomar el tiempo para investigar, examinar y contemplar debidamente el valor de lo que estás haciendo, la confianza no puede surgir.


Desde esta perspectiva, la práctica budista no es la adopción de teorías, ideologías, principios o estilos de vida. La práctica es la confianza que surge naturalmente en tu mente cuando te tomas el tiempo para investigar y comprender el significado de lo que estás haciendo. Por tanto, ya no estás separado del valor que has comprendido, y eres capaz de ponerlo en acción.


Así, por un lado, tenemos la confianza que viene naturalmente de nuestra propia comprensión. Por otro, también debemos ser conscientes de nuestros patrones humanos. Dado que la mente humana está atascada en la estructura, nos preguntamos por dónde empezar, cómo proceder, y el ejemplo de quién seguir.


Pregunta y recibirás una respuesta

Buda Shakyamuni alcanzó la iluminación y empezó a enseñar en India hace algo más de 2500 años. Más tarde, en el siglo VIII, las enseñanzas budistas viajaron a Tíbet. Si revisamos la historia del budismo, podemos ver que, desde el mismo principio, se trata de una religión no teísta con una premisa muy simple. El budismo es acerca de la realización de la verdad absoluta, hacia la que cada uno de nosotros debe trabajar con su propio conocimiento, pensamiento y sabiduría claros.



Esta es la enseñanza principal y en lo que hace énfasis la doctrina. No hay una forma implicada en esto. De hecho, si volvemos a las enseñanzas del Buda mismo, vemos un énfasis muy fuerte en no traer ninguna forma. Luego, no obstante, la gente empezó a interpretar las enseñanzas. Y, dado que los seres humanos somos tremendamente capaces de complicar las cosas, hay tantas interpretaciones de la “verdad absoluta” como seres humanos hay.


Dadas la curiosidad y la necesidad constante de estructura y apoyo de la mente humana, esta visión no teísta y no orientada a la forma se tuvo que describir de una manera teísta, con principios y prácticas que cultivar, actividades que abandonar y demás. Los caminos estructurados que tenemos hoy son simplemente una respuesta a esa mente que necesita estructura y apoyo para comprender la verdad.


Cuando Buda empezó a enseñar, enseñó una cosa muy simple: practica compasión altruista en todo momento. Muy simple y muy lógico: todos comprendemos la importancia de la compasión altruista, y nos enseñan a todos que seamos compasivos, generosos y benevolentes. Pero cuando esta enseñanza simple viajó de India a Tíbet, probablemente se encontró con preguntas como: “Vale, entiendo el valor de la compasión altruista pero, ¿qué es la benevolencia y cómo practico el ser benevolente?” Así, una filosofía no teísta y sin forma empezó a requerir un camino de práctica con formato.


Quizás quieras ser compasivo de forma altruista, pero te preguntas por dónde empezar y cómo practicar cuando te encuentres dificultades, dudas, o una mente que no comprenda cómo ser altruista. ¿Entonces qué?


Cuando hagas preguntas así, indudablemente obtendrás una respuesta. De alguna forma, podríamos decir que esta es la razón por la que hay grandes budas iluminados y bodhisattvas que se manifiestan y enseñan, y cuyas enseñanzas forman la base del camino de la práctica.


Alguien que realmente pueda practicar compasión altruista no le hace falta seguir ningún tipo de forma. Por otro lado, si el objetivo del camino es generar compasión altruista, ¿cómo y qué podemos practicar para realizarlo? Resumirlo todo de forma simple diciendo: “Haz esto y te llevará a la realización” presenta unas dificultades enormes. Y aunque parezca que esté hablando sobre cómo y qué practicar la mayor parte del tiempo, yo mismo encuentro dificultades a menudo.


Cuando viajo en avión, por ejemplo, si me siento al lado de alguien que no esté familiarizado con el budismo, a menudo es más fácil hacer ver que estoy dormida. Por inevitablemente dirán: “Estoy interesado en el budismo, ¿cuál es la mejor y más rápida manera de practicar?” Y, ya sea porque es simplemente la verdad o porque esté basada en la escasa experiencia e investigación propia, sólo hay una respuesta posible: Practica benevolencia genuina.


La práctica de la benevolencia genuina lleva a la realización (lo llamemos iluminación o realización de la verdad absoluta), que no es otra cosa que la compasión altruista: la habilidad de ir más allá del apego al identidad y el aferramiento a un yo.


La práctica de la benevolencia en los tres yanas

Buda Shakyamuni expuso una doctrina de 84000 enseñanzas. Hoy en día, 2500 años más tarde, las enseñanzas budistas son tan vastas que sería difícil comprenderlas todas en una vida humana. No obstante, en resumen, se han reunido estas enseñanzas en tres slogans o prácticas principales:


  1. No dañes a nadie. Principio entrénate para que, en esta vida, no generes ningún daño a otro ser sintiente.

  2. Cultiva lo bueno y la virtud. El segundo nivel de práctica es la adopción del tipo de vida que ofrece la posibilidad de cultivar todas las cosas que son buenas y virtuosas.

  3. Entrénate en ser consciente en todo momento. El tercer nivel de comprensión es esforzarse en entrenar la mente para desarrollar consciencia en todo momento.


Si examinas estas tres instrucciones, verás los tres niveles de comprensión, o tres yanas, en la doctrina budista: hinayana, mahayana y vajrayana.


La práctica del camino hinayana (o sutrayana como se le llama hoy en día) está basada en la autodisciplina. A través de la consciencia, la disciplina y la habilidad para discernir lo que es útil y lo que es dañino, abandonamos las actividades inútiles y dañinas. Podríamos decir que el camino de práctica hinayana es sobre moralidad o autodisciplina.


La práctica en el camino Mahayana, el “camino de transformación”, no sólo evita que dañemos a otros, sino que nos permite desarrollar el potencial para ayudarlos. Al haber desarrollado la autodisciplina, podemos expandir una actitud disciplinada hacia el mundo y empezar a implicar a otros en nuestro camino. De esta manera, podemos aprovechar cualidades que podrían ser útiles y permitirnos ser de ayuda para los demás. Nos referimos a estas prácticas como el camino Mahayana.


La práctica en el camino Vajrayana, el “camino de la trascendencia”, es el entrenamiento de la mente de una forma que surge la trascendencia. Es el entrenamiento de la mente al conocer la naturaleza de la mente; y es el conocimiento de la mente al desarrollar consciencia de lo que la mente es. Dicho de forma simple, el vajrayana entrena en la consciencia de la naturaleza verdadera, haciendo que todo lo falso se derrumbe. Cuando se revela la naturaleza verdadera, la habilidad para trascender nuestro aferramiento constante al “yo” surge espontáneamente, permitiéndonos así que nos impregne espontáneamente la compasión genuina. Este es el camino de práctica vajrayana.



El vajrayana también se conoce como el camino del rayo.

Debido al “acceso fácil” del que hablamos antes, mucha gente está familiarizada con estos niveles y métodos de práctica varios. Pero, en ocasiones, el acceso fácil puede llevar a la comprensión errónea. Por ejemplo, es incorrecto pensar que primero se practica hinayana, luego nos graduamos al mahayana y, posteriormente, nos movemos al vajrayana. Es aún más común la comprensión errónea de que se puede saltar de un yana a otro cuando se quiera, inmediatamente. Esto sería tomar la teoría de forma muy literal, sin comprender que la teoría debe convertirse en parte de tu vida.


La teoría nos ayuda a comprender una filosofía, como una llave que abre una puerta. Pero tras abrir la puerta, todavía es necesario tomar los primeros pasos. Todavía es necesario analizar y examinar la teoría para comprender su significado y valor. Al comprender su valor, obtenemos confianza en la teoría. Entonces, puedes empezar a practicar realmente y a comprenderla de una forma que permite madurar y crecer.


Los tres yanas no son el confiar en ciertas filosofías simplemente porque nos gusta el maestro, o porque hemos leído los libros y nos fascinan las ideas. Los tres yanas reflejan la madurez de la mente.


Del capullo a la flor totalmente florecida

Se dice que el fruto final del camino de meditación es la iluminación. Esto, también, se puede ver desde tres niveles de comprensión.


Teóricamente, la iluminación es el reconocimiento de la verdad absoluta. Pero para reconocer la verdad absoluta, primero debes desarrollar la sabiduría para abandonar o destruir completamente todo lo que es falsa. Si te haces budista para alcanzar la iluminación, o te conviertes en un meditador vajrayana para realizar rápidamente la verdad absoluta, desde un punto de vista práctico debes empezar por comprender el patrón básico de todo lo que es negativo o falso, lo que significa empezar por examinar y trabajar contigo mismo. ¿Cuánto de tu fundamento está basado, ahora mismo, en sabiduría y conciencia de ti mismo?


Se podría ver a los tres yanas como el florecimiento gradual de una flor: gradualmente, la mente llega a comprender la importancia de la verdad. Del mismo modo que el capullo de una flor, nuestra comprensión de la verdad como “algo que estudiar” florece en una comprensión de la verdad inherente.



Hasta entonces, hay muchos métodos y caminos de práctica que permiten que la madurez de la mente ocurra gradualmente. Si tienes que meditar, está la meditación. Si tienes que estudiar, está el estudio. Puedes renunciar a todo e ir a una cueva, y puedes volver y trabajar con compasión para todos los seres sintientes. Por tanto, hay tres yanas principales en el budismo; aunque, en realidad, hay tantos yanas como seres humanos e ideas hay.


El objetivo siempre es realizar la verdad absoluta y, a través de esta realización, generar la benevolencia y compasión altruistas que vencen a la ignorancia. Una mente ignorante que está constantemente aferrándose a un yo es lo que impide nuestra habilidad para realizar nuestra bondad básica y que desarrollemos compasión altruista.


Por tanto, ¿cómo vencemos a la ignorancia? ¿Cómo llegamos a un estado iluminado? Nos encontramos hoy haciendo las mismas preguntas que se hacían cuando el budismo llegó por primera vez a Tíbet.


Es útil saber que cuando los reyes del Tíbet invitaron desde India a los primeros eruditos y maestros budistas, no enseñaron inmediatamente las enseñanzas profundas del vajrayana. Ni tampoco enseñaron las múltiples enseñanzas mahayana. Las primeras enseñanzas budistas que llegaron a Tíbet fueron las prácticas básicas hinayana.


Históricamente, se consideraba que Tíbet era un país “bárbaro”. Esto no significaba que los tibetanos fueran bárbaros en el sentido ordinario. Eran seres humanos inteligentes quienes, sin embargo, no se daban el tiempo y el espacio para hacer cosas de acuerdo con su potencial humano básico. Eran bárbaros en el sentido de que no utilizaban al completo su potencial humano.


Cada animal es capaz de comer, dormir, beber y caminar. El preocuparse por la propia supervivencia y pensar en uno mismo es algo que hasta los animales hacen. No obstante, los seres humanos somos un grupo muy inteligente; científicamente nos vemos como la más inteligente de todas las especies. Entonces, ¿qué es lo que los seres humanos podemos hacer, más allá de sobrevivir y protegernos a nosotros mismos? Podemos desarrollar nuestro potencial humano completamente.


Para hacerlo, las primeras enseñanzas que se introdujeron en Tíbet fueron los preceptos hinayana. Los grandes maestros hicieron esto al introducirlos como la primera constitución de Tíbet. La primera constitución fundamental de Tíbet reclamaba la adopción de las diez acciones virtuosas y el abandono de las diez acciones no virtuosas.


Un simple momento de atención

Al tomarse en serio los preceptos del hinayana y ponerlos en práctica, nos volvemos conscientes de las sutilezas del descuido. El descuido crece gradualmente hasta convertirse en ignorancia, y la ignorancia se vuelve en este bloque sólido de un ser humano que quiere felicidad sin comprender que nosotros mismos creamos las causas de nuestro sufrimiento. Una mayor consciencia de nuestras acciones conlleva una mayor claridad sobre quiénes somos como seres humanos, y esto nos permite reconocer gradualmente nuestra verdadera naturaleza.


Podrías intentar hacer las cosas mejor con la compasión y las prácticas metódicas y las meditaciones del Mahayana. Estas son ciertamente útiles. Pero más allá de la compasión, ¿cuál es el resultado natural de observar conscientemente el camino hinayana? La práctica hinayana (con su consciencia de las acciones del cuerpo, palabra y mente, genuinamente libre de dañar a otros) florece espontáneamente como la mente mahayana.


Podrías entrenar la mente para generar atención plena usando los varios métodos vajrayana: visualizaciones, mantras, prácticas meditativas y retiros. Pero sin atención plena, ¿cómo se podría practicar el camino hinayana de abandonar las diez acciones no virtuosas o cultivar las diez acciones virtuosas?


Es inevitable que desarrolles atención plena si realmente eres cuidadoso con no matar, robar o una conducta sexual inapropiada. Es inevitable desarrollar atención plena si eres cuidadoso con no mentir, difamar, usar palabras duras, enojadas o dolorosas, o cotillear; si genuinamente no codicias lo que no es tuyo, o tienes malas intenciones hacia otros, o sostienes visiones incorrectas, lo que significa no comprender la ley de causa y efecto, es decir, no comprender tu propia responsabilidad.


Al ver claramente y examinar cuidadosamente estas diez acciones simples, desarrollamos atención plena: conciencia del cuerpo, conciencia de la palabra, y conciencia de la mente. Podemos llamarlo dharmakaya, sambhogakaya y nirmanakaya en el nivel más alto de budismo tantrayana. Podemos llamarlo verdad relativa, verdad absoluta y verdad no dual inseparable. Pero todo se reduce al principio básico de no dañar a ningún ser sintiente con nuestro cuerpo, palabra o mente. Esto requeriría que fuéramos generosos y compasivos, y que desarrolláramos una conciencia intrínseca de nuestra verdadera naturaleza absoluta.


Puede que estemos apegados a ciertas teorías, principios, o niveles de comprensión. A veces, pueden hasta ser útiles. Pero la esencia de las enseñanzas más elevadas se encuentra en un simple momento de atención plena.


Una práctica budista, nada más o menos

Puede que asumas que quieres alcanzar la iluminación pero, ¿qué harías con ella? Al haber desarrollado una constante e inquebrantable atención plena, ¿qué hacemos entonces? Un ser iluminado nunca haría daño a nadie. Si este es tu objetivo, tu práctica debería ser acorde con el fruto que quieres conseguir.


La historia del budismo en Tíbet empezó con las diez fundamentales y profundas instrucciones de Shakyamuni Buddha. Todavía hoy son de beneficio (tanto si te refieres a ti mismo como una persona espiritual como si no). No hace falta que proclames que perteneces a una creencia u otra. Y como un practicante budista, no importa si te llamas hinayana, mahayana, vajrayana, dzogchen o mahamudra. La única cosa que importa (sin importar lo que te llames a ti mismo) es ser capaz de poner en práctica estas diez acciones.


Desde un simple punto de vista humanitario, esto es esencial. Todavía más para un practicante que se ha encontrado con el Dharma y ha recibido unas enseñanzas de tan enorme valor. Mientras tengas un cuerpo y una mente, es necesario que disciernas claramente si tus acciones de cuerpo, palabra y mente son dañinas o no. Es necesario abandonar aquellas que sean dañinas e inútiles y esforzarse por adoptar aquellas que sean preciosas, útiles y una causa para tu felicidad y la de los demás.


Cualquiera que desarrolle genuinamente esta conciencia (incluso si rechazas obcecadamente que te llamen budista) es nada más y nada menos que un practicante budista.


Lo más importante es practicar con sinceridad. Con la conciencia creciente de las enseñanzas y cultura budistas, es esencial que tú también crezcas, de una manera saludable. El crecimiento saludable se basa en la amabilidad y la tolerancia entre vosotros, y no perder el contacto con tu cordura e inteligencia básicas.

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