Casa Virupa
22 de nov de 20161 min.
"Machik Lapdrön, la gran yoguini que fundó el linaje del chö en Tíbet, estaba en retiro, meditando en una cueva sagrada durante la primavera de sus cuarenta y un años. En plena noche se la apreció la majestuosa salvadora Tara, rodeada por un séquito de dakinis y le confirió iniciaciones y bendiciones detalladas. Cuando Machik se inclinó ante Tara en señal de agradecimiento por su amabilidad, le preguntó humildemente si una mujer corriente como ella podía de algún modo beneficiar a los seres. Tara sonrió y mirando hacia las dakinis de su séquito, dijo:
Yoguini, ¡no te desalientes! En el curso de vidas pasadas, has estudiado y perfeccionado el significado de las escrituras del sutra y del tantra... Tú eres una emanación de la mente de la Gran Madre Yum Chenmo: somos inseparables. Tú eres la dakini de sabiduría, la soberana de la gran amplitud y la fuente de liberación de todos los fenómenos. No te desanimes. Mantén tu determinación".
Extraído de: El cálido aliento de la dakini, de Judith Simmer Brown.
¡Feliz día de ofrenda del tsog!
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