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Los ocho dharmas mundanos

Actualizado: 5 may 2022

Los "ocho dharmas mundanos" o los "ocho preocupaciones mundanas" se explica en el budismo como un compendio de pares que movilizan nuestra existencia y que nos rigen si no hay madurez espiritual. Son:


1. Acumulación y pérdida

2. Alabanza (aprobación) y crítica (desaprobación)

3. Fama y mala reputación

4. Experiencias agradables y experiencias dolorosas


Para entender qué son, como actúan y de donde salen los ocho dharmas mundanos, todos los maestros empiezan apuntando de base al error cognitivo de cómo percibimos la realidad. Una interpretación errónea de lo que en realidad es, que empieza y se concreta en la identificación del yo. El yo como un conjunto de agregados, experiencias, tendencias, hábitos y proyecciones que se concretan como un ente solido, único, especial e insaciable.

Dzongsar Khyentse Rinpoche
Dzongsar Khyentse Rinpoche

Entender, ver y creernos la realidad del yo es algo que nos hace sufrir. Estamos imponiendo un esquema dual que nos aleja de cómo son las cosas en realidad. Nos aleja porque la misma solidificación del yo conlleva un error en el sistema, el filtro que tomamos desde el yo (del observador) ya es dual, nos perdemos la interdependencia de los elementos, la relación causa efecto y el estado vacío de cada uno de ellos. Tratamos los elementos como independientes, permanentes y los percibimos inherentes a través de nuestras fijaciones. Cuando vemos la realidad desde esta perspectiva, sufrimos, ya que no estamos viviendo de acuerdo a lo que hay.


De esta correlación de errores, Khyentse Rinpoché apunta a que no asimilar la realidad nos hace sufrir ya que no tenemos el control de los fenómenos. Intentar dominar y someter la realidad ilusoria para hacerla estable y manejable es totalmente inútil. Y, para añadir más sufrimiento, con tal de no tener que lidiar con esta inestabilidad, especulamos y proyectamos cómo han sido las cosas, cómo son y cómo serán, además de fijarlas mediante la conceptualización.


Esta especulación parte de un criterio fundamentado en el ego, la defensa y la sobreprotección de este. Citando a Khyentse Rinpoche: "el yo es el que tiene miedo al fracaso y anhela el éxito, el que huye del infierno y desea el cielo"[2]. A lo que creo que apunta Rinpoche en este fragmento es a la polaridad a la que estamos inducidos, la esperanza de ser felices y al miedo de no serlo, a la esperanza de cómo queremos que sean las cosas y al miedo a que finalmente no sean cómo esperábamos. Este binomio nos deja constantemente aturdidos y confusos y nos hace vivir en una falsa estabilidad.

Pema Chödron

De la relación entre esperanza y miedo de Pema Chodron[3], esta maestra vincula los ocho dharmas mundanos a un combustible para seguir alimentando la esperanza y el miedo y todo el sólido sistema del yo. Estos cuatro pares de opuestos protegen y defienden la visión dualista e independiente del sistema. Los ocho dharmas mundanos son el placer y el dolor, la pérdida y la ganancia, la fama y el oprobio , la alabanza y la culpa. Divididos entre los que defienden lo que nos gusta y nos apegan y los que rechazan y evitan lo que no nos gusta.


Parafraseando a Pema Chodron, es nuestra interpretación de lo que ocurre, la que nos despierta los diferentes estados emocionales con los cuales nos identificamos: no son ni las cosas ni las circunstancias, ya que no hay nada inherente ni bueno ni malo. Lo que nos conecta con estas reacciones emocionales es nuestro discernimiento dual respecto a la realidad. Creemos ser felices o infelices en función de si lo que ocurre concuerda con nuestro yo insaciable. Pero nuestro yo siempre resultará insaciable, porque trata de alimentar un yo que no existe en una realidad ilusoria que tampoco existe.


En las enseñanzas, Lama Norbu[4] ha enfatizado en el el hecho de no apuntar únicamente al ego de cada individuo como protector del yo, sino que también señala el sistema socioeconómico como instrumento de protección del ego. Un sistema que valora y ensalza la fama, la ganancia, el placer y la alabanza. Si entendemos que el sistema en el que vivimos se fundamenta en un egocentrismo de base, entenderemos la necesidad de no querer jugar a su juego.

Lama Norbu

Citando a Lama Norbu"tenemos que intentar pervertir la propuesta"[5]; es decir, Lama Norbu sugiere que no dependamos de los ocho dharmas mundanos porque si lo hacemos, estaremos de la misma manera dependiendo del sistema que nos tendrá atados de pies y manos al ciclo de insatisfacción. Viviremos en una constante contradicción: si practicamos para no ser títeres de los ochos dharmas mundanos pero, a la vez, sentimos el impulso de querer seguir encajando en los estándares del sistema, nos frustraremos. Esta contradicción, dice Lama Norbu, se da porque no hemos cultivado suficiente renuncia hacia nuestro ego y no hemos acabado con la esperanza.


Siguiendo ahora a Chogyam Trungpa: "la relación con la emociones deja de ser un drama, las emociones son como son, no las reprimimos ni tampoco les damos rienda suelta, sino que sencillamente las reconocemos, nos vamos abriendo a la totalidad compleja de las situaciones"[6], podemos ver cierto paralelismo a una idea que también expone Pema Chodron, su discípula. Y es que no se trata de eliminar los ocho dharmas mundanos, sino que hay que reconocer y saber cómo se desarrollan, analizar y ver cómo y en qué nos afectan. Los maestros apuntan a que, si desarrollamos la cualidad de sostener y reconocer cómo se crean y qué efectos tienen en nosotros, podremos entender mejor a los demás y desarrollaremos una mirada más compasiva.

Por ejemplo, el deseo o el rechazo de ser de una forma, condicionará la visión que tenemos en un determinado momento. Pema Chodron pone el ejemplo de que alguien nos diga: "eres un viejo". Si eso es un objeto de deseo, uno se sentirá sentirás bien; si es rechaza, se sentirá mal. Es nuestra relación con las cosas la que configura cómo estaremos.

Chogyam Trungpa Rinpoche

Cuando nos vemos inmersos y nuestras acciones van guiadas por los ocho dharmas mundanos los maestros señalan la bodhichitta como eje de altruismo, para sacar nuestro ego del centro y beneficiar a los demás con la motivación más generosa de que se iluminen. Lama Norbu señala que en estos momentos pensar y decidir nuestras acciones respeto qué beneficiara más a los demás será en si una herramienta para reblandecer nuestro egocentrismo.


La solución a los ocho dharmas mundanos pasa por desquebrajarlos, como dice Pema Chodron, y así no vernos arrastrados por su fortaleza. Ver de dónde provienen y cómo se van gestando nos ayudará: ver que, primero, florecen como una energía inofensiva; pero que, pasado cierto tiempo, se convierten en algo sólido y destructor que no controlamos. Observándolos así, como un fenómeno que responde a ciertas causas, condiciones y ritmos, les arrebatará la credibilidad que les otorgamos. Es necesario estar atentos al proceso y no reaccionar, querer sostener la situación para no creernos tanto la narrativa del ego y de los ocho dharmas mundanos. Y entender que, si realizamos la vacuidad, estos dejaran de operar ya que en ese momento no viviremos desde la percepción ilusoria de un yo y los otros.


Dzongsar Khyentse Rinpoche, en Entrance To The Great Perfection: A Guide To The Dzogchen Preliminary Practices, expone lo siguiente sobre cómo relacionarnos con los dharmas mundanos:


"Realmente deberíamos tener esta aspiración. Deberíamos rezar para que un día lleguemos a una etapa en la que tengamos el coraje suficiente para convertirnos en ese tipo de personas excéntricas. Por ahora, solo podemos permitirnos ser un poco inconformistas. Un poco de locura está bien. Es una especie de actividad de construcción del carácter. ¡Pero tenemos mucho miedo de ir más allá! Nos marginarían.

Así que deberíamos rezar para que algún día nos volvamos locos de verdad. No en el sentido de convertirse un loco de asilo; sino que la locura a la que me refiero significa ir más allá de los ocho dharmas mundanos. Que, de verdad, no nos importe si estamos siendo criticados o elogiados: es una enorme locura. Desde un punto de vista mundano, cada vez que te alaban, se supone que eres feliz; cuando te critican, se supone que eres infeliz. Sin embargo, los seres sublimes no se conmueven por este tipo de cosas: por eso pensamos que están locos. Esto es a lo que deberíamos aspirar.

No lo hagas ahora, ¡te saldrá el tiro por la culata! Solo aspira. Si lo intentaras hacer ahora, no solo fracasarías en tu práctica, sino que también molestarías a los demás. Así que continúa comportándote de la forma que cualquier humano decente querría. Pero, al mismo tiempo, deja que esta alarma suene continuamente en tu cabeza: "todo esto es inútil".


El gran yogui Milarepa, que trascendió los ocho dharmas mundanos

De este fragmento de Khyentse Rinpoché, podemos extraer la invitación del maestro a romper con nuestros personajes y salir del caparazón de la comodidad, aspirar a no ser guiados por los dharmas mundanos. Mientras no lo consigamos, al menos debemos aspirar a poner en riesgo nuestro yo, tantear y tener el coraje de exponernos a las críticas o al rechazo, para observar cómo nos afectan y de dónde provienen: de esta forma, podremos saber cuán aferrados estamos a nuestro yo. Es probable que Khyentse Rinpoche insista en que las personas normales y corrientes deben simplemente probar este ejercicio, y no deben ponerlo en práctica de forma radical, para que veamos cómo nos desenvolvemos al exponernos: porque poner en riesgo nuestra identidad de forma muy contundente puede desembocar en mucho sufrimiento.


En definitiva, percibir cómo los dharmas mundanos balancean nuestros estados emocionales, saber sostener estos momentos y no reaccionar nos permitirá ver la inseguridad básica de la que habla Trungpa Rinpoché. Desde esa claridad seremos capaces de ver el ciclo de insatisfacción del sistema interno y externo, con lo que podremos cultivar pérdida de interés por nuestra neurosis y por los dharmas mundanos.


Para emprender todo este trabajo de desarrollo espiritual, será necesario rodearse de personas que entiendan cómo funciona nuestra neurosis que nos ayuden a no alimentarlas: es la sangha, que entiende la disfuncionalidad de nuestro sistema neurótico y se compromete a no engrosar los hábitos que defienden la identidad del yo. Por supuesto, la guía de un maestro será fundamental, pues su acompañamiento nos ayudará a desvelar las triquiñuelas de nuestro criterio, tan asentado en los ocho dharmas mundanos.


Finalmente, como dice Chogye Trichen Rinpoché: "si meditas motivado por propósitos mundanos, tu mente no hará más que divagar, corriendo de aquí para allá cada vez que estés a solas"[8]. La motivación resultará clave a la hora de encarar no solo nuestras actividades cotidianas, sino también la práctica espiritual: debemos revisar nuestra motivación en el cojín de meditación para evitar que esté fundamentada en los dharmas mundanos. Sólo así podremos seguir avanzando en el camino, con la mejor de las garantías: la que se da cuando no confiamos en ninguna credencial mundana.


***


Este trabajo acerca de los ocho dharmas mundanos está conformado gracias a extractos de las enseñanzas de Chogyam Trungpa Rinpoché, recogidas en el Mito de la libertad, así como fragmentos de enseñanzas de Dzongsar Khyentse Rinpoché, el capítulo 8 del libro Cuando todo se derrumba[1] de Pema Chodron, Chogye Trichen Rinpoché en Separarse de los cuatro apegos y a las muchas enseñanzas de Lama Norbu a lo largo de los 3 años del Curso de meditación de Casa Virupa.

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